lunes, 28 de noviembre de 2011

RUMBO A LAS SEGUNDAS JORNADAS REGIONALES DEL IOM EN LA PATAGONIA.


LA DIGNIDAD DEL SUJETO EN EL SIGLO XXI

QUE DICEN Y HACEN LOS PSICOANALISTAS

28 y 29 de septiembre de 2012

Comodoro Rivadavia

Estos apuntes procuran comenzar a despejar los ejes que van a orientarnos con el tema propuesto. Para ello estamos haciendo una búsqueda en los seminario de Lacan sobre la palabra Dignidad y su uso. Invitamos a quienes quieran proseguir esta tarea a acercarnos sus aportes a fin de subirlos al blog de las jornadas.

APUNTES SOBRE LA DIGNIDAD DEL SUJETO

La aparición de la frase que da título a las jornadas, se produce en el Capítulo XII del seminario 8. Allí realiza un exhaustivo comentario de El Banquete y atribuye a este texto… “no solo de lo que se podría llamar una explicación del amor en nuestra era cultural, sino un desarrollo de esta función, que es, en suma las más profunda, la más radical, la más misteriosa de las relaciones entre los sujetos”

Voy a hacer un apretado recorrido para situar el modo en que introduce la categoría de Dignidad del sujeto.

El misterio se introduce en ese texto a partir del ágalma, un objeto oculto en el interior del sujeto Sócrates, que sirve para poner en relieve la posición del deseo. Y esa posición va a ser presentada como el resultado del desdoblamiento de las dos cadenas de significantes en las que se constituye el sujeto. El deseo se concibe entonces como el despliegue indefinido de las asociaciones significantes. Es lo que conocemos como metonimia. Ello permite que, los elementos asociados con esta cadena, puedan ser tomados como equivalentes los unos de los otros. Y en este punto del desarrollo Lacan afirma: “ en la misma medida en que se presenta algo que revaloriza esa especie de deslizamiento infinito, el elemento disolutivo que aporta por sí misma en el sujeto la fragmentación significante, eso toma el valor de objeto privilegiado, que detiene este deslizamiento infinito.”(Pág. 198. SEM. 8. Paidos) El sujeto se encuentra allí fijado. Me pareció importante esta puntuación, en tanto el sujeto se aferra a aquello que revaloriza el deslizamiento. Lo que conocemos con Miller como la pasión del neurótico por su división subjetiva. Ya en ese seminario denomina a ese elemento como una función privilegiada llamada a.

El sujeto identificado a esa función consigue que el deseo adquiera consistencia y pueda ser designado. Se trata del valor que se obtiene del fantasma.

En este punto introduce otro elemento: el lugar de la palabra, lo que conocemos como A mayúscula, lugar donde arraiga el deseo. Emplea la palabra Hörigkeit, para designar ese punto. Traducido como dependencia, servidumbre, incluso esclavitud (al parecer con raigambres en Hegel por Kojeve y Heidegger). Ese Otro es exigido y necesario como lugar de la palabra, pero a la vez, sometido sin cesar a la pregunta por lo que lo garantiza a él mismo, quedando el sujeto en una posición perpetuamente evanescente. Doble evanescencia entonces: el deslizamiento infinito de los significantes y la ausencia de garantías de ese lugar donde pueden concebirse como reunidos.

Esto sobre el trasfondo de la Hörigkeit. Finalmente introduce la articulación del amor, tema de El Banquete. Al sujeto, la función del a y el lugar de la palabra le agrega el amor y su pregunta al Otro por lo que puede darnos y respondernos.

Es esa última presencia que puede respondernos donde se sitúa la articulación del deseo y el amor : “…ese Otro ya no es en absoluto nuestro amor (…)sino que representa, propiamente hablando, una decadencia - quiero decir, algo que es de la naturaleza del objeto.”

En ese punto reside lo que llama el mandato espantoso del dios del amor. Objeto ante el cual desfallecemos, vacilamos como sujeto. Porque esta decadencia, esta depreciación, somos nosotros, como sujetos, quienes cargamos con ella.

Al objeto, por el contrario, le ocurre lo contrario: es sobrevalorado. Y, “…a medida que es sobrevalorado, tiene la función de salvar nuestra dignidad de sujeto, es decir de hacer de nosotros algo distinto de un sujeto sometido al deslizamiento infinito de la palabra, eso único, inapreciable, irremplazable a fin de cuentas, que es el verdadero punto donde podemos designar lo que llamé la dignidad del sujeto.”

Hasta aquí la cita de Lacan, que ruego me disculpen haber extendido tanto en los encomillados. En principio está claro que se trata de una articulación diría ya clásica: el deseo y el amor en su punto de encarnadura. Y entonces se abre uno de los planos en que podrían desarrollarse los trabajos: el modo en que esta articulación se lleva a cabo en el siglo XXI. Por un lado, la tensión entre el deslizamiento significante y los puntos de detención esta modificada por lo que llamamos: empuje al goce. Antes de que pueda plantearse cualquier “búsqueda” como le decíamos, se produce una imposición de los objetos del mercado y los servicios del discurso universitario. Por otro lado, el amor, desarticulado de las leyes del significante, se manifiesta en las páginas de los diarios con crímenes que parecen exceder la categoría de pasionales con la que los considerábamos. Tenemos también las formas que asume esa depreciación, de la que habla Lacan en la cita y pienso en las formas de la servidumbre voluntaria. Desde esta perspectiva no hay mucho lugar para las idealizaciones del objeto, y entonces podríamos preguntarnos también por el estatuto, siempre problemático de la sublimación en el Siglo XXI. Hay otra cita, aportada por nuestra amiga Mariana Filippo, en el Seminario V, en la página 352. Allí habla de la dignidad del significante y la pone en relación con las formas de la Aufhebung. Pero esto quedará para el próximo apunte.

José Luis Tuñón

IOM Comodoro Rivadavia.